viernes, 1 de julio de 2011

EL SUPLICIO PARA COMPRAR CABILLAS EN CIUDAD GUAYANA

SUPLICIO PARA COMPRAR: CABILLAS, CEMENTO, ACEITE COMESTIBLE, MARGARINA, LECHE, CARNE REGULADA DE RES, Y LA MAYOR PARTE DE LOS RUBROS DE LA DIETA DIARIA.

REPORTA DIARIO CORREO DEL CARONI 01 / 07 / 2.011

EL SUPLICIO PARA COMPRAR CABILLAS EN CIUDAD GUAYANA

Luego de la intervención de la Gerencia de Comercialización de Sidor, el suministro de cabillas a Ferresidor ha aumentado, sin embargo la especulación del material sigue afectando a los compradores que madrugan para adquirir el insumo que está ausente en las ferreterías privadas. Una mujer, Lilibeth Romero, cuenta su experiencia en la cola. Y el jefe de Seguridad y Protección de Planta de Ferresidor expone la situación.
Leonardo Suárez Montoya
lsuarez@correodelcaroni.com

Sidor destaca en un remitido “normalidad en las operaciones” de producción y de despacho en las barras de acero
“¿Cómo hago?”, se pregunta y replantea una y otra vez. Mientras da con la respuesta, Lilibeth Romero espera por comprar 10 cabillas. “Hay gente que está desde hace un día, pero otros desde ayer por la mañana”. Ella, por ejemplo.

Paciencia, sol, necesidad, urgencia por drenar la impotencia y cúmulo de preguntas sin respuesta acompañan en la espera a Romero y de otras cinco personas que aguardan fuera del Mercado Ferretero de la Siderúrgica del Orinoco (Ferresidor).

“Yo pregunté y me anoté en la lista. Me vine a las 6:00 de la mañana para ver quiénes estaban anotados. Es un riesgo dormir aquí. Tengo pensado venir más tarde”.

Aun cuando, reiteradamente el personal de Ferresidor, en la vía Upata, les advierten de las infructuosas que son las listas a los compradores, porque no las toman en cuenta, hay quienes por necesidad de materia prima y de resolver insisten en su efectividad. Romero, por ejemplo.

Su experiencia por comprar 10 cabillas empezó el miércoles. Al llegar su turno ya habían pasado las 50 personas, que Ferresidor atiende diariamente para el despacho de cabillas. Los otros usuarios y el personal de esta ferretería socialista que quedaron esperando no estuvieron solos.

“Yo sabía que eran malandros y luego llamaron a la Policía. Ayer había una cuerda de malandros: vienen a hacer la cola y venden los puestos; parecían una banda organizada. El delincuente se conoce”.

El relato de Romero se interrumpe por otra compradora, quien complementa lo que sucede con las cabillas: “Están los de cuello blanco. Hay quienes tienen cara de crimen”.

Explícita y escatológicamente describe Romero a qué huele todo. “Si tengo que ir al baño ¿cómo hago?... Deberían poner un toldito por lo menos. Hay que traer a los hijos, al esposo. ¿Cómo hago? ¿Cómo hacen los que tienen niños y no tienen con quién dejarlos?”.

“Con 10 cabillas no construyo mi casa”, continúa Romero con ironía. “Voy a empezar a construirla; será en dos años cuando termine de comprarlas”.

Ahora bien, de haber ido a la ferretería (privada) La Principal, hubiese escuchado por respuesta que hace cuatro meses no venden cabillas. De preguntar por qué, le hubiesen contestado que siempre que llamaban a Sidor, la acería decía no tener el producto.

De pasado a presente
“Esto es como el aceite, que por ser un artículo de primera necesidad se vende a cinco bolívares, pero se compra a 20. Menos mal el cemento y la cabilla no son de primera necesidad. Yo nunca tuve esa dicha de comprar cemento barato; siempre a 30, a 40 bolívares el saco”.

La espera de las usuarias las lleva a ejercitar la memoria y a recrear lo que les podría suceder por estar en una cola que puede durar más de un día: “Como con la escasez de gasolina: que pasaron vendiendo café en la cola y tenía un somnífero y cuando todos se despertaron estaban robados”.

“Esta situación se resuelve en la tarde”, calcula Romero para referirse no al insuficiente suministro de cabillas a los compradores, ni a las colas, ni al comercio ilegal tanto en la acería como en la calle, sino que más tarde llegarán las otras personas que se anotaron en la lista y se turnen.

Serán ellos quienes guarden el puesto, mientras Romero se va a descansar para llegar mañana en la madrugada.

Inventarios en revisión
De las rejas rojas para adentro, el ambiente también ha cambiado. La mañana llega a su final. El calor cede por segundos antes nubes oscuras. “El clima está loco. Como todo”, comparan los usuarios.

El suministro de las barras de acero se triplicó desde hace dos semanas, tras la intervención de la Dirección de Inteligencia Militar en Sidor. Adentro, un puñado de personas reclaman las cabillas que compraron. Otro par de usuarios compran material de ferretería.

El jefe de Seguridad y Protección de Planta de Ferresidor, Luis Rodríguez, explica que desde hace dos semanas, la gerencia dispuso que de los 100 cupos en la mañana y de los 50 en la tarde, sólo despacharán 50 al día, desde primera hora.

“Notaron la venta ilícita de material y ahora hay más cabillas. De cuatro, cinco gandolas ahora vienen 12.
Estamos más aliviados”, expone Rodríguez, quien reconoce que con los cambios de personal en la gerencia de Comercialización de Sidor, ha habido más organización. “El fin es abastecer la necesidad del pueblo. El problema es que hay muchos revedendores, que se han organizado”.

“La gente de la comunidad pasa la noche y duerme un día para comprar cabillas. Uno se siente mal. Ellos lo hacen, lo entendemos. Por ejemplo ahorita hay gente escrita ya para mañana y para el sábado (…). Ayer tuve que llamar a los cuerpos policiales; me amenazaron de muerte”, afirma Rodríguez.

Ferresidor abre desde hace tres semanas sólo la mitad de una jornada: de 8:00 de la mañana a 12:00 del mediodía. Argumenta el jefe de seguridad, quien se encarga de supervisar el suministro de cabillas, que ello se debe a que Sidor les solicitó los inventarios y registros de las barras de acero desde 2009.

Mafia en las afueras
La reventa de las cabillas ocurre cuando una persona que hizo su cola, por ejemplo en la mañana, compró el cupo (10 barras únicamente), Ferresidor entregó la factura y en teoría ese usuario iba en la tarde.

Sólo que en el siguiente turno, no iba el comprador inicial, sino que vendía la factura y era otro usuario quien reclamaba las cabillas. A partir de cuatro recibos, Ferresidor solicitaba mostrar la cédula laminada para retirar las barras de acero.

Agrega el jefe de seguridad que hay sensibilidades que tocan porque han empezado a desactivar a las mafias.
¿Cómo? Rodríguez explica que cuando algunos recompradores van por las cabillas y les piden la cédula, o terminan yéndose o a veces hasta denunciando. Ferresidor retiene la factura y sacan del sistema al revendedor.

“A las personas se les ve la seriedad, arguye Rodríguez por qué no a todos se les pedía la cédula todo el tiempo. “Aquí ha habido trabajadores que se demostró que estaban involucrados en acciones ilegales y fueron sancionados, despedidos”.
DESPACHO NORMAL
La Siderúrgica del Orinoco Alfredo Maneiro emitió un comunicado que expresa que durante junio, la empresa mantuvo “el nivel normal de sus operaciones, con un despacho de más de 170 mil toneladas de productos planos y largos al mercado nacional, lo que representa el tercer mejor valor en los últimos 28 meses”.

“Prueba de la normalidad de las operaciones” está en que cumplió con 90 por ciento de los despachos “a todos los rincones del territorio nacional”.

Informó que la producción de las barras de acero superó las 30 mil toneladas que se destinaron principalmente a la Misión Vivienda.

El comunicado aclara que la estatal no ha sufrido “ningún tipo de recorte energético que impacte su nivel operativo en lo que va del 2011”.

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